jueves, 22 de marzo de 2012

De derechos de autor, descargas ilegales y libros.



Está la consabida frase de que internet lo ha cambiado todo. Y de hecho así es.

Ahora con un click puedes tener una película, un videojuego, un álbum o un libro. La pregunta es ¿cómo se paga eso? El sentido común dicta que la industria del entretenimiento/cultura se ha de adaptar a esta nueva era. El problema es que parece ser que se muestra reticente a hacerlo.

Como este es un tema tan amplio como un océano voy a hablar de los libros en particular y de la mi experiencia tanto como usuario, como de eventual productor de cultura y entretenimiento pues ahora mismo estoy inmerso en la escritura de la novela (más que inmerso, digamos mejor que estoy en la fase de meter los pies en el charco).

Empecemos diciendo que voy a Amazon o al Waterstone de la esquina y busco el libro "La marujilla de peluca rosa que quería comerse un helado de pistacho" (no existente, al menos eso creo). Es un libro con copyright y de cuya compra se benefician económicamente la tienda que lo vende, el editor, el transportista, el traductor si lo hay, el autor, el tipo que vende papel y el tipo que corta el árbol y todo el ecosistema en definitiva que ha de sacar tajada cuando un libro de papel está en una estantería listo para venderse. En Amazon me cobran once euros con el envío incluido y en Waterstone doce contando con el esfuerzo motriz de mis piernas para llevarlos allá donde quiera empezar a leerlo. No voy a valorar si el precio es justo o ajustado, no tengo ni pajolera idea.

Pero claro, como no sé si me va a gustar mucho las aventuras de "La Marujilla de peluca rosa..." tecleo y resulta que Amazon o cualquier otra tienda de libros on-line me la vende a diez euros. Aquí chirría. ¿Lo oís? Aquí no hay tipo que corte árboles (lo cual imagino que todos estaremos de acuerdo que es incluso un avance, un avance ecológico), aquí no hay tipo que transporte la madera, ni que la transforme en papel, ni que corte el papel y lo imprima con caracteres, ni quién lo lleve a un centro de distribución para alcanzar finalmente el almacén de la tienda on-line o la estantería de la librería tradicional, por no haber no está ni el adolescente ojeroso con resaca empleado a tiempo parcial mientras estudia un master en dirección de empresa que realiza la operación de transacción entre el dinero y el libro (bon voyage a aquellas librería cuyos empleados sabían al menos lo que era un libro).

Y claro, aunque el IVA en los libros electrónicos sea notablemente superior, no creo que ese euro que me ahorro en comprar su versión digital sea la tajada de beneficio que sacan todos los demás involucrados en venderme la versión en papel (ni el leñador ni el adolescente resacoso ven un céntimo de esos once euros, ni el conductor del trailer que los trae a Londres). Así que tengo la sospecha de que me cobren un sólo euro más barato la versión digital de un libro que la versión de papel es un timo. Me están timando. Más aún si cabe que sólo escribiendo "La Marujilla de peluca rosa... PDF" lo tengo accesible a la distancia de un click y completamente gratis. Aquí ya nadie cobra ni saca tajada, a los sumo si el sitio desde el cual te lo descargas pertenece a un jeta que usa la publicidad en su portal para lucrarse del trabajo de los otros.

La industria se tiene que poner las pilas y principalmente no tomar a sus clientes como gilipollas. Y si el precio de un libro electrónico no puede bajarse de once euros y ese es el precio más competitivo que la industria puede ofrecer, es que la industria está ya de entrada completamente obsoleta y que irremediablemente acabará muriendo. Aunque más que obsoleta, todo indica a que simplemente tiene la caradura de querer sacar una tajada extra con la venta de libros electrónicos a costa del usuario, del lector, del tipo que quiere leer el libro. Eso o que simplemente está acojonada con los nuevos tiempos y en vez de coger el toro por los cuernos, prefiere mantener artificialmente la hegemonía de un sistema que si que está claramente obsoleto. Y como futurible autor que soy, lo mismo. Si al final acabo mi novela, la publican y cualquier tienda la pretende cobrar sólo un euro más barato en la versión digital que en la de papel, con todo el dolor de mi corazón entenderé que mi posible lector diga "al carajo" "si aquí lo tengo gratis" "click, click, click" y que los beneficios de mi novela no den ni para café. En definitiva, mi cabreo no iría encima contra el tipo que me quiere leer, sino con la industria que lo toma por gilipollas.

Así que, resumiendo, creo que el primer paso que la industria debería emprender para evitar las descargas ilegales es no tratar a sus usuarios como gilipollas. Y creo que la mejor manera que tiene el usuario para corregir que le traten como gilipollas es tomar gratis aquello que le están sobrecargando con la esperanza de que la industria comprenda finalmente que los usuarios no son tan gilipollas como para tragarse que un libro electrónico sólo puede costar un euro más barato que en papel.

El segundo paso que podría emprender la industria sería el de la agilidad. Ejemplo que me pasó hace no poco. Estaba relativamente interesado en un libro de ciencia ficción, Mindscan de Robert J. Sawyer. Lo quería ojear más que leer, descubrir cómo el autor había escrito la novela, quizás tomar un par de ideas, en definitiva usarlo de documentación para lo que yo ahora mismo estoy escribiendo. No quería gastarme una pasta, no soy rico, en un libro al que unicamente utilizaría como consulta, además como éste podría resolver una serie de dudas que tenía en aquel momento sobre mi propia novela, lo quería lo antes posible.

Voy a Amazon y para empezar sólo tienen la versión papel, bastante cara por cierto y con un envío de tres días si pago un pellizco más o uno de una semana si lo quiero gratuito. No quiero esperar así que sigo buscando en los diferentes Amazon y lo encuentro en su versión para Kindle en Amazon España y en inglés (ni siquiera traducido), pero bueno como vivo en Londres y ya me ha dado tiempo a comprender el idioma de las islas, no problemo. Entonces dos obstáculos se me presentan, uno ético y otro insalvable. El ético, que creo que me están tratando como gilipollas al querer cobrarme más de lo que estimo que es el valor de un libro digital, más aún cuando en realidad ni estoy interesado en leerlo, sólo quiero ojearlo por encima. Pero bueno, accedo, lo voy a pagar; todo sea para que el tal Sawyer se pueda tomar un café. Salvado el obstáculo ético, viene el insalvable. Resulta que no lo puedo comprar.

Mi kindle está localizado en Uk y no puedo descargar libros desde Amazon españa. Como me parece inaudito escribo un correo al departamento de atención al cliente de Amazon exponiéndoles mi perplejidad de que desde Gran Bretaña no pueda comprar un libro digital en inglés pero que si está disponible, en inglés, en España. Me responden que es una cuestión de la editorial, que da el visto bueno para que se venda en digital en España pero que no en el Reino Unido y que la única opción que me dejan es clickear en una especie de "solicitud" que ellos le pasan a la editorial para advertirles de que hay usuarios interesados en que se les venda la versión digital en Reino Unido. No se ustedes, pero a mi esto me parece de risa. ¿Cuánto tardé en darme cuenta de que no podría descargar el libro en mi kindle, buscarlo en los distintos Amazons, escribir el correo, esperar la contestación y todo sobre un libro que ni siquiera quiero leer, sólo consultar? Fueron en total unas dos horas. Cuanto hubiera tardado en descargarlo desde un portal y tenerlo completamente gratis en mi ordenador: cinco minutos.

Si ilegalmente y gratis puedo tenerlo en cinco minutos, las editorial de los cojones, ya no es que me lo cobre a un sobreprecio tratándome como un gilipollas, es que ni me lo vende.

Internet le brinda la posibilidad a la industria de ser ágil, es su problema si no quiere serlo.

Innovación. Aparte de que la industria no nos tome por gilipollas y eventualmente fuera más ágil y accesible que la descargas ilegales para precisamente combatirlas, la industria debe innovar. Ya sabéis que estoy escribiendo una novela, para escribir hay que leer mucho. He comprado ya varios libros: "beggars in Spain", "Flashforward", "La ciencia de lo imposible", etc. Y voy a tener que comprar más. Resulta que en mi casa descansa de mi tiempo universitario la obra en cuatro volúmenes de Martin Campbell: "Las máscaras de Dios". Son como cuatro mil páginas en cuatro ladrillos que podrán pesar cinco quilos. Está claro que no quiero leerlo de cabo a rabo, sino ojear varios capítulos los cuáles sé que me van a ser de mucha utilidad para producir a su vez cultura. Ya los compré en su momento, pero está ahora como a un par de miles de kilómetros de distancia y no me voy a gastar de nuevo los cien euros que cuestan para releer un par de capítulos.

Están las bibliotecas, puedo ir pateando de biblioteca en biblioteca hasta que de con ellos, incluso algunas puede incluso que tengan colgado su catálogo y me ahorre la caminata. Los libros aparte de ser un medio para que mucha gente se gane la vida, son cultura a su vez, son herramientas que otros usan para producir más cultura. No da lugar aquí al debate de si la cultura debe ser libre o no, gratis o no, lo que me pregunto es si es lícito que me gaste de nuevo cien euros en unos tomos que ya tengo pero que por circunstancias de la vida ahora están lejos de mi, más si cabe si sólo los quiero consultar. De la que se deriva la siguiente cuesitón: ¿hay medios técnicos hoy por los cuales yo pudiera acceder de forma sencilla a unos libros que ya he comprado o que sólo quiero consultar? Si, los hay, otra cosa es que la industria quiera innovar.

Por qué no cada vez que te compras un libro en papel te adjunten una copia en digital que pudieras almacenar en una "nube" o en tu propio ordenador y tenerlo allá donde estés. O por qué no una asociación tipo librería virtual que pagando una tasa anual, mensual o lo que fuera, tuvieras a tu disposición un vasto catálogo que consultar... no libros para pasar el rato en el metro, libros sobre antropología, historia, psicología, física, libros que te ayudasen a generar más cultura, a investigar, a producir nuevas ideas, en definitiva, como dice la canción, para cambiar el mundo.

Y lo mismo que con la agilidad, si la industria no innova, es su problema.

Así que no me jodas industria, si quieres evitar las descargas ilegales, y en definitiva, si quieres sobrevivir, no me trates como un gilipollas, se más ágil y por favor, innova; que si algún día me convierto en autor quiero tener al menos para tomarme un café.



jueves, 1 de marzo de 2012

La edad de cristo.



Por ahora unas ochenta y seis felicitaciones en facebook a las que he contestado puntualmente una a una, nueve emails, una tarjeta de proveniente de Australia, ocho whatsapp, once llamadas, un poco de cash, una muela menos, una carta que vino volando desde Katowice, un carrom, un whisky Jameson de los del trabajo y alguna que otra felicitación face to face.

He seguido unas pocas tradiciones. Me han tirado de las orejas, he repartido caramelos en el colegio (bueno, en las clases de español que estoy dando y en el curro que eso si que es como el colegio) y por supuesto he tenido fresas; que es desde chiquitito la forma que tenía mi madre de celebrar la llegada de mi cumpleaños. Y es la que más ininterrumpidamente se mantiene.

En definitiva está siendo un buen cumpleaños.

En cada efeméride le doy un poco al coco, no más de quince minutos, que se de sobra que darle al coco mucho es contraproducente. Utilizo catorce de esos quince en repasar someramente el año, y ver si las cosas que me dije 365 (66 en este caso) días atrás más o menos se han cumplido. Me quise tomar la vida con más calma y dejar un poco de lado la nocturnidad y la alevosía y es algo que he conseguido con creces y me propuse también tomar un rumbo, fuera cual fuera, pero rumbo; y con lo de la novelita y las clases de español creo que ahí ahí estoy en ello. Puedo dar, pues, el saldo como positivo.

El minuto que resta se concentra en recordarme a mi mismo lo suertudo que soy, en general, con una muela menos, a tocarme la cabeza que es pura madera y desear que todo siga igual, al menos que no cambie lo más importante: ustedes.

Así que desde aquí, a todos, gracias. Y a los que no se acordaron, pues nada, gracias también, que estoy seguro que algún año me olvidaré yo si no lo hice ya; no me lo tengáis en cuenta.

And Maree you are freaking awesome, thanks to remember the strawberry tradition and spoilt me with them!!!